HISTORIA
Fue Santo Toribio de Astorga, custodio las reliquias de Jesucristo en Jerusalén, quien contando con el permiso del papa de su época, trasladó un trozo de la Cruz hasta Astorga, ciudad de la que fue Obispo. Dicha reliquia fue traslada a Liébana por cristianos que querían ponerla salvo de los musulmanes que se encontraban ya en puertas del norte de la península en el avance de su invasión. Y fue el revulsivo definitivo para que el Monasterio de Santo Toribio y Liébana se convirtieran en importante lugar de peregrinación.
La consolidación de las peregrinaciones lebaniegas no fue efectiva hasta el Renacimiento, cuando el papa Julio II estableció el Año Jubilar Lebaniego, privilegio que fue ratificado al año siguiente por su sucesor, León X, que llegó a comparar el jubileo lebaniego con el jacobeo, equiparando así Liébana con Santiago.
A Liébana comenzaron a llegar cristianos desde todos los puntos cardinales creando, sin ser conscientes de ello, una red de caminos que perfiló toda una trama de santuarios interrelacionados. Así, muchos peregrinos que se dirigían a Santiago por el Camino de la Costa se desviaban para acercarse a Liébana.
Desde la Edad Media, los peregrinos que querían llegar hasta la Cruz custodiada en Santo Toribio de Liébana, peregrinaban por el Camino Lebaniego hasta llegar al monasterio también para adorar los restos del Santo Toribio de Astorga. A la Cruz y a los restos del Santo se le atribuían propiedades curativas y milagrosas.
Allí se acudía, igualmente, a adorar al Lignum Crucis, por eso a los peregrinos del Camino Lebaniego se les conocía como “crucenos”, “cruceros” o “Peregrinos de la Cruz”, los que llegaban a adorar a la Cruz. En el oficio religioso se les acoge todavía hoy con estos versos cantados
“Peregrinos de la Cruz
Ya en la Puerta del Perdón,
Venimos con alegría
Al encuentro del Señor”
El Camino Lebaniego, junto con la Ruta Vadiniense, hacían de pasarela entre el Camino del Norte y el Camino Francés, en Mansilla de la Mulas, para llegar a Santiago de Compostela. Históricamente tenía mucho sentido que los peregrinos que llegaran hasta Santo Toribio continuaran Camino hasta el lugar de descanso del Apóstol.
Toda reliquia o vestigio religioso vinculado a un lugar santo de relevancia, en el mundo cristiano está ligado a un Camino de Peregrinación. Y en esto Cantabria ocupa un lugar destacado por su peculiaridad: Cantabria es la única región del mundo cristiano que cuenta con DOS CAMINOS DE PEREGRINACIÓN.
Por un lado, por Cantabria transcurre la parte del Camino de Santiago que se conoce como Camino del Norte y que va desde Ontón hasta Unquera, pasando por Castro Urdiales, Laredo, Santoña, Santander, Santillana del Mar, Comillas y San Vicente de la Barquera. Son 9 etapas que enlazan, al principio con la última del País Vasco, Portugalete-Pobeña-Ontón-Castro Urdiales y al final con la primera de Asturias, la etapa Unquera-Llanes.
En estos momentos, este camino, el Camino del Norte está en auge por la espectacular belleza de sus paisajes. Junto al Camino Primitivo, que va desde Oviedo a Santiago de Compostela pasando por Lugo, este Camino, el del Norte, que se inicia en Irún, podría ser considerado el primer camino que utilizaran los peregrinos para llegar hasta la tumba del Apóstol, la más antigua de las rutas de peregrinación jacobeas.
Por otro lado, Cantabria cuenta con su propio Camino de Peregrinación con destino santo jubilar, el Camino Lebaniego que se separa del Camino del Norte, en Muñorrodero, a 12 km. de San Vicente de la Barquera y llega hasta Santo Toribio de Liébana.
BEATO DE LIEBANA
Beato de Liébana
A día de hoy la Iglesia lo reconoce más como un texto profético que simplemente vinculado a una época histórica. Asimismo también puede ser considerado como un libro, que lejos de anunciar el fin del mundo, contenga las claves de la salvación del ser humano, en clave espiritual, más como un camino a recorrer con sus claves, señales veladas tras su simbología, tal y como ocurre en el Camino de Peregrinación del verdadero peregrino.
El personaje político
Beato de Liébana se enfrentó a Elipando, el Obispo de Toledo, para desterrar la corriente religiosa del Adopcionismo, es decir, apodó hereje al Obispo de Toledo por decir que Jesucristo era hijo adoptivo de Dios y no hijo de sangre de Dios como defienden los encarnacionistas. Beato, con la ayuda de Carlomagno logra imponer su cosmovisión y se alza como el máximo exponente político de la época, ya que política y religión eran en ese momento iban de la mano..
“Lo que había empezado por una cuestión de terminología técnica, se había agigantado y logró dividir a la Iglesia Española Mozárabe (y libre) e incluso a la antigua Iglesia del Pirineo oriental arrebatada a los musulmanes e incorporada al dominio franco. Elipando aún a sus ochenta años dirigiría otra carta a Carlomagno en la que deshonraría la figura de Beato.“
Beato de Liébana es un personaje de gran importancia política ya que además de su obra, es el personaje que marca un determinado rumbo de la historia de la España que comenzaba a ser reconquistada y unificada. Por un lado Beato de Liébana gana la batalla intelectual dentro de la Iglesia sobre el adopcionismo y, por otro lado, escribe el O Dei Verbum donde habla de España, pudiendo ser considerado el primer ideólogo de la reconquista española.
Es vital ubicarse en un momento de la Historia del mundo donde religión y política caminaban juntas, estamos en plena Edad Media. En este momento Elipando, el Obispo de Toledo, comienza a defender la idea de que Jesús era hijo adoptivo de Dios, lo que se conoce como el Adopcionismo, en contra de la Cristología Cristiana, la idea de que Jesús es Cristo y no “el Hijo de María” como lo llamaban los musulmanes. Beato se levanta, intelectualmente hablando contra esta idea y contra el Obispo de Toledo, el que, aunque cristiano, vivía en zona musulmana. Beato gana la batalla apoyado fielmente por Alcuino de York, primer consejero del Emperador Carlomagno, y una única corriente de pensamiento prevalece en la historia de la Iglesia a partir de ese momento.
Además, Beato, comienza a ensalzar la figura de Santiago El Mayor. Comienza a defender la idea de que el Apóstol era el evangelizador de España y con ello se empieza a aglutinar una idea de unión y comunión alrededor de su figura, que empieza ya a perfilarse como el Patrón de España. Beato se consideraba en posesión de la traditio, el heredero de la verdadera palabra del Apóstol Santiago que había elegido España para renacer.
“La gran luz proyectada por la pluma de Beato sobre el mundo brotó probablemente de su declaración del patronazgo de Santiago sobre España; esta declaración fue eficacísima para introducir entre los peninsulares la devoción a un apóstol al que jamás se había invocado”
Apenas tres décadas más tarde, en el 813, Teodomiro, arzobispo de Iria Flavia, descubriría el sepulcro del Apóstol en Compostela; y el propio Rey, Alfonso II el Casto, sería el primer peregrino desde la corte de Oviedo a la tumba del Apóstol, donde mandó levantar un templo en su honor. No se sabe a ciencia cierta si Beato aún vivía y conoció este hecho, pero los datos históricos de los que se dispone acuerdan en reconocer que Beato de Liébana fue un personaje vital para la historia social, política y religiosa de España, en su momento y de cara al futuro de un país que comenzaba a recuperar su identidad nacional.
En la actualidad,
La Torre del Infantado de Potes, alberga una exposición permanente, sobre el Beato de Liébana: “El Cosmos de Beato de Liébana”. Se trata de una exposición única, excelente, recoge la mejor colección de beatos del mundo, libros de los que se habla a continuación...
El libro de Beato, su beato
Se designa con el nombre de Beato a cualquier manuscrito copia de los comentarios al Apocalipsis originales de Beato de Liébana, es decir todas las copias entre los siglos IX y XIII del original redactado por vez primera en el año 776, en el monasterio de Santo Toribio de Liébana. Dichos libros, copiados en distintos Scriptoria de la Península llevan texto e imágenes o “miniaturas” que marcan también un nuevo rumbo artístico en la época.
Cuando se habla de Beato, se hace referencia al personaje, al abad autor del libro o códice de los comentarios, pero al mismo tiempo se hace también referencia al libro que escribió y a las sucesivas copias conocidas como “beatos” que se sucedieron durante los 5 siglos posteriores, a raíz de ese original que Beato de Liébana escribió en el monasterio de Santo Toribio, en el corazón de los Picos de Europa.
Así las cosas, el libro de Beato fue uno de los libros más copiados a lo largo de toda la Edad Media y sus ilustraciones o miniaturas influyeron decisivamente en la escultura románica de iglesias y catedrales a lo largo del Camino de Santiago. Sus imágenes salían al paso del analfabetismo de la población, explicando la lucha entre las fuerzas del mal y las triunfales y celestes fuerzas del bien. Y enseñaba cómo iba a ser la segunda venida de Cristo y el Fin del Mundo.
No se ha conservado el libro primigenio que escribió Beato, pero sí más de una veintena de las sucesivas copias, como hemos venido diciendo denominadas beatos, en honor a su epónimo, que se fueron realizando en numerosos scriptoria de monasterios de la Península (León, Zamora, Palencia, Burgos, La Rioja) y Europa, entre los siglos IX y XIII, a medida que su códice iba viajando de monasterio en monasterio, para la edificación de los religiosos y las gentes.
Así, los copistas y miniaturistas que copiaban a Beato, de los que conocemos algunos como Magius, Emeterius, la monja En, Oveco, Stephanus, Dominicus, Munius, Egeas, Facundus, padecieron las mismas calamidades que su maestro Beato en el monasterio de Santo Toribio. Escribiendo con la pluma de ave o penna, o con la de origen vegetal, el cálamo, realizando la tinta, preparando los pigmentos, cuya toxicidad los iba envenenando poco a poco, lo que, junto a los rigores invernales del Norte de la Península en el interior de los pétreos muros de gélidos cenobios, ayudaba a debilitar la salud del abad y resto de monjes que lo siguieron a lo largo de cinco siglos.
La labor en el scriptorium era ardua y costosa para Beato y los suyos, pero para el monasterio suponía también un gasto de unas 300 pieles de cordero, de ahí que como viene recogido en el cartulario del cenobio, el comitente de la obra tuviese que entregar la cantidad de 3 vacas preñadas para obtener su precioso y valioso beato copiado.
Conocemos la existencia de Scriptoria, (Scriptorium en plural, en latín), el lugar donde se hacían los beatos, su número es limitado y son fácilmente identificables. Se sitúan principalmente en Asturias (Oviedo), en León León, Abellar, Bobadilla, Tábara (Zamora), Castilla la Vieja (Valcavado, Cardeña, Valeránica, Arlanza, Silos), la Rioja (Albelda, San Millán de la Cogolla) y Castilla la Nueva (Toledo).
El personaje religioso
Uno de los personajes religiosos que se contribuyeron a la importancia del Monasterio de Santo Toribio de Liébana fue Beato de Liébana.
Beato de Liébana fue figura clave de la Iglesia hispana y europea, por dos motivos bien claros: fue defensor de la ortodoxia católica frente a la herejía adopcionista de Elipando de Toledo y fue el creador e impulsor del culto a Santiago Apóstol con su poema “O Dei Verbum”, en el que lo proclama “Cabeza refulgente de España”.
En el año 813, Teodomiro, arzobispo de Iria Flavia, descubriría el sepulcro del Apóstol en Compostela; y el propio Rey, Alfonso II el Casto, sería el primer peregrino desde la corte de Oviedo a la tumba del Apóstol, donde mandó levantar un templo en su honor. Asimismo, Beato mantuvo gran amistad con el abad de Tours, Alcuino de York, consejero del emperador Carlomagno por lo que sus enseñanzas fecundaron toda Europa.
La obra cumbre de Beato, pieza fundamental en la historia del arte y la cultura, fue su “Comentario al Apocalipsis de San Juan” obra que llegó a ser el primer bestseller de la Edad Media y que acabaría denominándose “beato” en honor a su autor.
Con ella nuestro abad lebaniego aportó claridad en la lectura y comprensión del Apocalipsis. Beato inmerso y afectado por la época bélica que se vivía en la Península Ibérica en aquel entonces anunció que el fin del mundo llegaría en el año 800.
“En la Carta de los obispos de Spania a sus hermanos de la Galia, Elipando cuenta que Beato, en la vigilia de la Pascua, profetizó a un tal Ordoño y al pueblo lebaniego la inminente llegada del fin del mundo, por lo que, aterrorizado y enloquecido, el pueblo permaneció sin tomar alimento toda aquella noche y el domingo hasta la hora nona, en la que el citado Ordoño, al sentirse hambriento, se cuenta que dijo al pueblo: Comamos y bebamos, y si hemos de morir, al menos que estemos hartos.”
En el IV Concilio de Toledo, en el año 633, se aprueba la lectura diaria durante el tiempo de Pentecostés, del Libro del Apocalipsis de San Juan Evangelista. Un libro cargado de símbolos de muy difícil lectura y compresión.
El uso del comentario de Beato fue obligatorio, su lectura impuesta y los sacerdotes debían conocer la totalidad de sus escrituras. Sus textos cargados de imágenes explicativas a modo de cómic ayudaron a la lectura, al estudio y a la comprensión del Apocalipsis. Es decir, acercaron el conocimiento a todo el mundo.
“Facilita la Inteligencia del libro de la revelación”
Elipando de Toledo
Nació el 25 de Julio del 717, según ciertos autores. Fue Arzobispo de Toledo durante el reinado de
Mauregato (algunos sitúan la vigencia de su arzobispado entre el 754 y el 800). Sostuvo que la naturaleza divina de Cristo es adoptada. Dice, quizás por influencia del
islam y por el pasado visigodo
arriano, que
Cristo es Hijo de Dios no por naturaleza, sino por
adopción del Padre.
Las causas de su conversión son explicadas por su amistad personal con
Félix de Urgel, quien a una consulta a causa de la doctrina, extendida por Córdoba y Andalucía, le contestó que Jesucristo, en cuanto hombre, era hijo adoptivo de Dios. El prestigio que aún mantenía la iglesia visigoda sirvió para extender la doctrina entre los mozárabes.
Algunos obispos, como
Ascario, de la diócesis de Braga, le siguieron. Además, estaba la presión de los musulmanes, cuyo arzobispado poseían, y a causa de ello aceptó las doctrinas islámicas que dicen que Jesús era sólo un profeta, por ello solo un hombre.
Adosinda, viuda del rey
Silo, que había tomado los hábitos de religiosa resistió la herejía adopcionista de Elipando, quien quería atraerla hacia su causa. Adosinda convocó una reunión con Elerio, obispo de Osma, y con
Beato de Liébana, para dirigirle una misiva a Elipando. Sus hombres de confianza combatieron también esta doctrina.
Dada su extensión, la doctrina adopcionista no tardó en ser condenada, primero por el
Beato de Liébana y
Eterio, obispo de Osma. Ambos dirigieron a Elipando una carta apologética defendiendo la doctrina trinitaria, a instancias de Adosinda. También combatieron la herética doctrina en dos libros, que según
Ambrosio de Morales y algunos otros autores españoles, se conservaban originales en los archivos de Toledo.
Cabe señalar, como curiosidad, que según la tradición el
Beato de Liébana le llamó «Testiculum anticristi» ("pequeño testigo del Anticristo").
Elipando, siendo consciente a partir de este momento de la enorme resistencia que se encontraba a su doctrina, visitó a Carlomagno en Aquisgram, solicitando un concilio en el que se condenase a Beato de Liébana. Dicho concilio se celebra en el año 794 en Frankfurt, teniendo presentes al arzobispo de Milán y al célebre Alcuino de York.
Dos años más tarde se condenaría por herejes a Elipando y a Félix en Ratisbona, juicio que fue ratificado por el Papa Adriano.
Elipando vivió hasta los 83 años, defendiendo siempre su doctrina. Dicen que murió en la llamada
Jornada del foso de Toledo, el año 797, aunque no coinciden las fechas
O Dei Verbum
Himno litúrgico del reino asturiano de la Alta Edad Media en el que se invoca por primera vez al apóstol
Santiago como
patrón de España. Su autoría está en discusión, aunque no su datación, que se acostumbra a situar entre los años 784 y 785, durante el reinado del monarca asturiano
Mauregato (783-788).
El conjunto del himno está destinado a ensalzar a los apóstoles como difusores excepcionales del mensaje de Cristo, y recoge su misión en tal sentido. Aunque en el caso del apóstol
Santiago no se aluda a su predicación hispana sí se establece ya la vinculación. Aparece sorprendentemente como patrón peninsular:
“Oh, muy digno y muy santo Apóstol [Santiago],
dorada cabeza refulgente de Hispania,
defensor poderoso y patrón especialísimo
asiste piadoso a la grey que te ha sido encomendada.”
El poema le pide al Apóstol que proteja al rey Mauregato y le suplica que sea el pastor de su clero y de su pueblo. Todo indica que el himno va dirigido a levantar los ánimos de los cristianos del reino astur, en aquel momento aislado en una España dominada por los musulmanes. Se ha dicho que sería una forma de reivindicar el protagonismo real y moral que la Iglesia y el reino asturiano tenían en aquel tiempo ante los demás cristianos peninsulares, al ser los únicos situados en un territorio no musulmán.
La gran difusión del himno en
Asturias crearía, según determinados autores, las condiciones psicológicas necesarias para que unos años después (820-830) el obispo de
Iria Flavia,
Teodomiro, viese en un sepulcro abandonado existente en el extremo del reino, en
Galicia, la tumba del Apóstol. La aparición, a finales del mismo siglo VIII, de un oficio litúrgico dedicado a
Santiago cada 30 de diciembre en la Iglesia galaica refuerza este ambiente, aunque desconozcamos los motivos originales de la situación.
La atribución de este himno al
Beato de Liébana (s. VIII) es la que más éxito ha tenido. La han sostenido Sánchez Albornoz y Pérez de Urbel, entre otros, y más recientemente el medievalista compostelano López Alsina, pero también son numerosos los expertos que la rechazan y la consideran obra anónima.
Comentario al Apocalipsis
“Commentarium in Apocalypsin” es la principal obra de
Beato de Liébana. La dedicó a
Eterio de Osma, otro religioso que se refugió en la
Liébana cántabra huyendo de la invasión árabe. La atribución de la obra a Beato se considera cierta, aunque no tenemos ningún testimonio directo de que su autor sea él. La obra generó una de las más importantes colecciones de manuscritos iluminados, los llamados "
Beatos".

Del Commentarium se supone que hubo varias redacciones. El cálculo de las edades del mundo en el libro IV induce a sospecharlo. La primera redacción se remontaría al año
776 y la segunda al
786, en plena controversia
adopcionista. En ésta habría una refundición, añadido de textos ajenos al comentario, modificación de la cronología y la dedicatoria a Eterio. La autoría del Commentarium se basa precisamente en la dedicatoria y en la suposición generalizada de que en esa época y en esa parte de la cristiandad sólo podía componer una obra tal el autor del “Apologeticum adversus Elipandum“, obra con la que tiene coincidencias textuales.
En el prólogo de esta obra figura un mapa del mundo, llamado Mapa Mundi, destinado a ayudar al lector a localizar los lugares mencionados en las Santas Escrituras.
LA BULA LEBANIEGA
En 2012 se cumplieron 500 años desde el 23 de septiembre de 1512, año en que el Papa Julio II concedió el privilegio a Santo Toribio de Liébana para que celebrara un Año Jubilar cada vez que el de 16 de abril cae en domingo. Año en el que se abre la Puerta Santa del cenobio y con ella los 365 días de indulgencia plenaria, perdón y renovación. En Roma, en su año santo correspondiente, se abre la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro. Estas puertas, también conocidas como “Puerta del Perdón”, se abren tras los golpes de un martillo, simbolizando el esfuerzo que supone peregrinar, atravesar la puerta y pasar al otro lado.
Entre los romanos LA BULLA o bula, era una medalla que llevaban los niños hasta los 16 años o hasta que se casaban. Durante la Antigüedad se le dio el nombre de Bula a cualquier escrito de los príncipes que llevase un sello de oro, plata o plomo. Posteriormente, durante la Edad Media la palabra Bula se utilizó para los edictos de los soberanos, en especial los del Imperio, pero también a los acuerdos entre diversos príncipes. A partir del S.VI se comenzó a utilizar un sello circular, generalmente de plomo aunque en ocasiones muy solemnes, podía utilizarse el oro, como medio de autentificar ciertos documentos. Se lo llamó bula por asemejarse a las medallas de los niños romanos.
Por último el término de Bula vino a aplicarse exclusivamente a los escritos de los papas sobre algún asunto de importancia doctrinal o disciplinaria. En el caso de tratarse de un documento papal, la Bula llevaba impresa en el anverso el nombre del Papa bajo cuyo pontificado se emitía el documento, y en el reverso las inscripciones SPE y SPA divididas por una cruz, siglas que hacen referencia a San Pedro y a San Pablo.
Esta Bula o sello se sujetaba al documento por medio de una cuerda de cáñamo o de una cinta de seda roja o amarilla. El documento, hasta el S.XI, era de papiro, lo que explica los pocos originales que se han conservado, quedando en muchos casos sólo el propio sello de plomo. A partir de ese siglo el papiro fue sustituido por el pergamino y posteriormente se usó el papel.
Si bien en los primeros tiempos la Bula hace referencia a este sello y no al documento en sí mismo, a partir del S.XIII el término Buladeja de hacer referencia al sello para pasar a describir al propio documento sobre el que se colocaba y empieza a firmarse también por los Cardenales, ya no sólo por los Papas. En este momento el sello de plomo fue sustituido por la estampación de lacre rojo. Cuando una bula es demasiado importante, se le añade otro sello dorado, y se llama Bula Áurea.
A partir del S.XV, la Bula deja de hacer referencia a cualquier documento papal para reservarse a las cartas apostólicas relativas a materia de fe o interés general, concesión de gracias y privilegios, o asuntos judiciales o administrativos expedidos por la cancillería apostólica. En estos casos la Bula comenzaba con el nombre del Papa, seguido de su dignidad de Episcopus (Obispo) y del título Servus Servorum Dei (siervo de los siervos de Dios). Así por ejemplo si una bula es publicada por el actual Papa, la misma estará encabezada por el siguiente texto: Franciscus, Episcopus, Servus Servorum Dei.
El 23 de Septiembre de 1512, el Papa Julio II concede el privilegio de celebrar Año Santo en Liébana a partir de una Bula, de la cual se han cumplido 500 años. En el documento expedido por el Papa Julio II se comunicaba su orden y deseo de conceder al
Monasterio de Santo Toribio de Liébana ese carácter jubilar que permita la redención de los pecados cualesquiera que estos fueren o portaren los visitantes y peregrinos en sus conciencias, lo que se conoce como indulgencia plenaria.
Concede pues la celebración de un
Año Santo Jubilar al Monasterio de Santo Toribio de Liébana los años en que la Festividad de Santo Toribio caiga en domingo.
AÑO JUBILAR LEBANIEGO
El pasado Año Santo Jubilar Lebaniego tuvo lugar en 2006 y está contabilizado en los anales eclesiásticos como el septuagésimo segundo. El del año 2017 será el número 73. Este año dicha celebración tendrá lugar el 23 de abril, en vez del 16, dado que ese día es Domingo de Resurrección, y cuando ésto ocurre se traslada la apertura de la Puerta del Perdón al día 23.
Tal y como viene ocurriendo desde la Edad Media, cada cierre simbólico de la Puerta Del Perdón no supone en ningún caso el cierre de las puertas de la actividad hasta el siguiente Año Santo. De igual forma, tampoco supone para Liébana el cierre de las puertas de la acogida, sino que añadiendo este renovado valor a sus ya numerosos recursos, deberá mantenerlas constantemente abiertas para todo aquel que desee conocer esta región disfrutando del legado, el patrimonio y los valores que convierten a esta comarca de Cantabria en nuestra “Tierra de Júbilo”. Ya que no tiene porqué ser Año Jubilar para hacer la peregrinación y vivir la experiencia del Camino.
Tal y como hacían los primeros peregrinos, la visita al Lignum Crucis en el Monasterio de Santo Toribio es visita obligada. En la Edad Media no se concebía peregrinar hasta Compostela sin pasar por Santo Toribio, por Liébana. Este lugar era, en sí mismo, lugar de peregrinación, con identidad propia, la que le deba los poderes curativos y milagrosos que se le atribuían a los restos del Santo de Astorga y a la propia Reliquia.
Algunos de estos peregrinos terminaban aquí su camino, otros muchos continuaban hasta Santiago. Varias eran las rutas de enlace desde Liébana hasta Santiago, cada una con sello particular. Bien atravesando los Picos de Europa, bien retomando el Camino del Norte o bien a través de la
Ruta Vadiniense, todos los caminos llevaban hasta Santiago, no sin antes haber llegado hasta Santo Toribio de Liébana.
Si en algún momento los peregrinos hacemos el Camino es importante saber que en todo Año Jubilar haya unas condiciones para obtener la “gracia jubilar”, la indulgencia plenaria, el perdón de todos los pecados. Estas condiciones son las siguientes:
PRIMERO: SE PIDE REZAR:
El Padrenuestro (como signo de que volvemos al Padre Dios)
El Credo (como renovación de nuestra fe)
Una oración por el Papa (Padrenuestro, Salve, Avemaría)
SEGUNDO: HAY QUE CONFESARSE:
Confesión y comunión en el mismo día o en una fecha próxima (15 días antes o después de la peregrinación)
TERCERO: ASISTIR A LA "Misa del peregrino"
Misa que tiene lugar todos los días a las 12,00 horas en los años Jubilares.
El ritual del jubileo comienza con la acogida, saludo, oración y apertura de la Puerta del Perdón del Monasterio de Santo Toribio de Liébana. Esta puerta representa a Jesucristo y quien por ella pase con el corazón arrepentido y las condiciones requeridas, alcanzará el perdón de sus pecados y el acercamiento a Dios Padre para entrar en su Reino. La Puerta del Perdón se abre durante todo el Año Jubilar.
La celebración del jubileo en el monasterio de Santo Toribio de Liébana data del siglo XVI, pero en los documentos pontificios de dicho siglo se dice que es de “tiempo inmemorial”. Algo parecido se afirma en los versos o loores a Santo Toribio del siglo XV, de autor desconocido.
El Jubileo
El Jubileo o Año Santo es una celebración que tiene lugar en distintas Iglesias cristianas históricas, particularmente en la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa, y que conmemora un año sabático con significados particulares. Tiene sus orígenes en el judaísmo y la primera expresión en el mundo cristiano la recoge el Libro de Isaías (Isaías 61:1-2).
“Le entregaron (a Jesús) el volumen del profeta Isaías y desenrollando el volumen, halló el pasaje donde estaba escrito: ‘El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor’. Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en él. Comenzó, pues, a decirles: ‘Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy’.” (Evangelio de Lucas 4:17-21)
Hay 7 Años Jubilares Perpetuos en el mundo, de los cuales cuatro se celebran de manera oficial, por orden de una Bula Papal, desde la Edad Media y son el Año Jacobeo de Santiago de Compostela, el Año Santo Lebaniego de Santo Toribio de Liébana, en Cantabria y los Años Jubilares de Roma y Jerusalén, los otros 3 se incorporan recientemente.
La PEREGRINACIÓN fue un fenómeno cuyo auge se manifiesta sobre todo en la Edad Media pero no es para nada exclusivo de ese tiempo ni tampoco exclusivo de la Cristiandad como muestran las peregrinaciones a la Meca de Musulmanes o la peregrinación de Budistas al Monte Kailash en el Tibet.
La palabra Peregrino significa "extranjero", en el sentido de viajar más allá, de viajar lejos, de trascender, así la peregrinación es un camino relacionado con el viaje hacia lugares donde se custodiaban reliquias santas o hasta lugares sagrados. La Peregrinación, simbólicamente, representa un camino de búsqueda interior, de encuentro y de renovación. De ahí que en los Años Jubilares "se perdonen todos los pecados, previo reconocimiento y arrepentimiento de los mismos" y que el recorrido del camino hasta la Puerta Santa, de cada lugar santo, pueda llegar a significar un camino de transformación y de contacto con la divinidad o la esencia interior. En su momento también supusieron un revulsivo económico para estos lugares.
El JUBILEO es un término con dos raíces, proviene del hebreo y del latín. En Hebreo hace referencia al “cuerno que sonaba en un año sabático" y el latín le añade el matiz de "júbilo y esperanza". El año Jubilar tiene su origen en el Judaísmo. El Libro del Levítico establecía que cada 50 años debía celebrarse un año santo para descansar, poner a los esclavos en libertad y restituir las posesiones que se habían comprado.
"Declararéis santo el año cincuenta, y proclamaréis en la tierra liberación para todos sus habitantes. Será para vosotros un jubileo; cada uno recobrará su propiedad, y cada cual regresara a su familia” (Levítico 25:10)
En la ACTUALIDAD, El Jubileo o Año Jubilar es la celebración, en algún lugar del mundo católico, de un período de indulgencia de los pecados, siempre asociado a una Bula Papal otorgada desde el Vaticano y en relación a los restos de algún Santo o a Reliquias de relevancia en el mundo cristiano. El Jubileo está, además asociado a un Camino de Peregrinación.
El Jubileo puede ser un Jubileo Ordinario o un Año Jubilar in perpetuum. El Jubileo Ordinario es el que se celebra en un lugar de manera puntual frente al Año Jubilar Perpetuo que se celebra de manera continuada a lo largo de la Historia. Hay Cuatro Años Santos Perpetuos que se celebran desde la Edad Media: el de Jerusalén, el de Roma, el de Santiago de Compostela y el de Santo Toribio de Liébana en Cantabria.
PEREGRINACIÓN A JERUSALEN, "palmeros", porque, si regresaban, lo hacían con palmas, las hojas de la palmera. Las cruzadas y la Orden del Temple surgieron para proteger a los peregrinos cristianos que querían llegar a este lugar cuando los musulmanes la ocuparon, en torno al año 600 D.C. En la actualidad esta peregrinación ya no se hace a pie. Su peregrinación está relacionada con toda la ciudad en general, pero principalmente, con el Templo del Santo Sepulcro, donde se dice que Jesucristo fuera enterrado y más tarde resucitara.
PEREGRINACIÓN A ROMA. El año jubilar en Roma se celebra desde 1300, cada 25 o 50 años según la época y el Papa. A sus peregrinos se les llama "romeros". La principal ruta de acceso a Roma fue la Vía Francígena que arranca desde Canterbury en Inglaterra y atravesaba, de Noroeste a Suroeste, Francia y Suiza, para acceder a Italia por los Alpes. Se inicia con la visita del Arzobispo de Canterbury a finales del siglo X. En la actualidad, el Año Santo de Roma se celebra cada 25 años. El último fue el Gran Año Jubilar de 2000 que implicó a todas las iglesias del mundo, invitando incluso a otras religiones a unirse en una iniciativa ecuménica. El próximo será en 2025, año en que el Papa abrirá la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro.
PEREGRINACIÓN A SANTIAGO DE COMPOSTELA. El período de peregrinación a Compostela surge al unísono del descubrimiento del Sepulcro del Apóstol Santiago el Mayor en el siglo IX y pronto se convierte en el lugar preferido de la peregrinación Europea y sus peregrinos en “concheros”. El éxito del desarrollo del Camino de Santiago se debe a una excelente labor de organización y construcción de infraestructura como hospitales, puentes y calzadas por parte del papado y de varios reyes hispanos. El Año Jubilar Jacobeo se celebra cada año que el 25 de Julio, Festividad de Santiago Apóstol, cae en Domingo.
PEREGRINACIÓN A SANTO TORIBIO DE LIEBANA (Cantabria). La Celebración del Año Santo Lebaniego se inicia en el siglo XVI, tras la bula del Papa Julio II del 23 de Septiembre de 1512 que otorgaba el privilegio de la celebración del Año Jubilar Lebaniego, lo que hace del Monasterio de Santo Toribio un importante centro de peregrinación, siendo, ya para entonces, uno de los lugares santos más importantes de Europa. El motivo de la Bula Papal es la presencia en el monasterio del Lignum Crucis, la reliquia que Toribio de Astorga había traído de Tierra Santa, el trozo de la Cruz de Cristo más grande que aún perdura. Por esto mismo a sus peregrinos se les conocía como “crucenos” o “cruceros”. La peregrinación a Santo Toribio enlaza con el Camino del Norte a Santiago de Compostela, el camino de las primeras peregrinaciones a Santiago. El Año Jubilar Lebaniego se celebra cada año que el 16 de Abril, Festividad de Santo Toribio, cae en Domingo.
OTROS AÑOS JUBILARES PERPETUOS: Sólo hay otros tres años jubilares perpetuos en el mundo, éstos mucho más recientes en la concesión de la Bula. Caravaca (Murcia), en honor a la Cruz de Caravaca. Tiene Bula Papal para ser año santo cada siete años desde 1998. Urda (Toledo), en honor a la Sagrada Imagen del Santísimo Cristo de la Vera-Cruz, con Bula Papal desde 1994 para año que el 29 de Septiembre que caiga en Domingo. Y, desde 2014, Valencia, en honor al Santo Cáliz de la última cena. Tiene Bula para ser año santo cada 5 años y el primero se prevé para 2015.
LIEBANA
La región de Liébana, con sus siete valles y la capital económica en Potes está ubicada a los pies del Macizo Central de los Picos de Europa. Tras la invasión musulmana del año 711, los cristianos que defendían el estado hispano-visigodo se replegaron hacia estas montañas cántabro-astúricas e hicieron frente con éxito en la batalla de Covadonga (722), así como en otras escaramuzas que tuvieron lugar en nuestros montes, como en el cercano lugar de Cosgaya, que sirvieron para tomar confianza de sus fuerzas e iniciar la Reconquista. Aquí se constituyó el reino asturiano con don Pelayo. Este rey, de sangre que ahora sería cántabra, pobló y organizó el territorio de Liébana con cristianos de la Meseta. Entre ellos vinieron monjes que se instalaron en numerosos lugares de la comarca, fundando monasterios como el de Santo Toribio de Liébana.
Liébana es la región de Cantabria que se ubica en la frontera con Asturias, en el centro del Parque Nacional de los Picos de Europa. En la actualidad Liébana es una región de unos 3.000 habitantes cuya riqueza económica principal se basa, por un lado, en la actividad empresarial local y, por otro lado en la actividad turística.
Desde el punto de vista empresarial, la actividad es muy intensa y variada, se centra principalmente en la producción de productos agroalimentarios locales: orujo, queso, miel, mermeladas, embutidos, vino, etc.
Desde el punto de vista turístico Liébana está en plena naturaleza y cuenta con el Teleférico de Fuente Dé que da acceso directo a los Picos de Europa y a sus múltiples actividades: trecking y escalada en verano y raquetas y skí de travesía en invierno.
Pero, sobre todo, Liébana cuenta con una enorme riqueza cultural. Liébana llegó a ser, en la Edad Media, uno de los lugares más importantes de España.
Con la invasión musulmana, el mundo cristiano de la península Ibérica se vio amenazado. Es por ello que personajes ilustres, intelectuales activos, en su mayoría religiosos, se fueron refugiando cada vez más al Norte de País, cada vez más al abrigo de las montañas y de zonas alejadas y de difícil acceso. Así fue como una parte muy importante del mundo cristiano de la Península Ibérica, se refugió en la región cántabra de Liébana entorno a numerosos monasterios. En Liébana llegaron a existir más de una veintena de monasterios entre los siglos VIII, IX y X.
El principal de estos monasterios fue el Monasterio de San Martín de Turieno, conocido en la actualidad como
Monasterio de Santo Toribio de Liébana. Y junto a él lugares tan importantes como la Iglesia Mozárabe de Santa María de Lebeña y la Iglesia Románica Santa María la Real de Piasca.
Entre los personajes religiosos ilustres que marcaron la historia de Liébana destaca el Obispo Toribio de Astorga y con él sus pertenencias. Toribio había estado en Jerusalén y de allí trajo varios objetos entre los que se encontraba un trozo de la Cruz de Cristo. Este trozo es el que ahora se conserva en el Monasterio, el que se conoce como
Lignum Crucis , considerado por la Iglesia como el trozo más grande que se conserva de la cruz de Cristo y el que hizo que en 1512 se le otorgara a Liébana el estatus de Año Jubilar.
Al monasterio se trasladaron sus restos años después de su muerte para protegerlos de la invasión musulmana y a partir de ahí empezó a crecer la fama de que en el lugar ocurrían milagros, que se daban curaciones, sobre todo mentales. Así, poco a poco, la Reliquia, junto a las Peregrinaciones para venerar los restos del Santo hicieron de Liébana uno de los lugares más transitados a finales de la Edad Media por los peregrinos.
Otro de los personajes religiosos que marcaron la historia de Liébana, en torno al Monasterio de Santo Toribio, fue
Beato de Liébana. Beato de Liébana ha pasado a la Historia por escribir los Comentarios del Apocalipsis, libro más conocido como Beato, como su nombre propio, y que resultó ser
el primer bestseller de la Edad Media.
También se le considera el primer ideólogo de la reconquista española, el primero que habla de España, cuando ésta aún no existía como Estado ya que a él se le atribuye la autoría del O Dei Verbum donde ensalza la labor “Evangelizadora que el Apóstol Santiago vino a hacer a España”.
EL MONASTERIO
La primera referencia al monasterio de San Martín de Turieno con la nueva advocación de Santo Toribio en es 1125 y pertenecía al patrimonio real. En 1183 el rey castellano Alfonso VIII le cedió a los condes don Gómez y doña Emilia, la cual a su muerte lo entregó definitivamente al monasterio burgalés de Oña. Para entonces nuestro cenobio había conseguido un extenso dominio, que abarca heredades no sólo en Liébana sino también en todas las provincias limítrofes.
Las primitivas construcciones que conformarían el monasterio serían sencillas, dentro del estilo prerrománico, quizás el tipo asturiano o mozárabe. En el año 1256 se construye la actual iglesia, con el apoyo económico de los fieles, por medio de indulgencias concedidas para tal fin por el obispo palentino Fernando.
El templo sigue las directrices del gótico monástico de influencia cirtesciense, con la claridad de líneas y de espacios y la sobriedad decorativa que caracteriza a la arquitectura de San Bernardo. La planta rectangular proporciona un espacio diáfano y la prismática torre a los pies de la nave central remarca el carácter medieval del conjunto (su fisonomía sería similar a la de la Abadía de los Cuerpos Santos, actual catedral de Santander). Han desaparecido construcciones que cerraban el atrio y proporcionaban un aspecto más recoleto al monasterio.
LIGNUM CRUCIS
El Lignum Crucis, “madera de la cruz”, fue traído al monasterio de Santo Toribio de Liébana, Cantabria, junto a los restos de Santo Toribio de Astorga, en la Edad Media.
Las medidas del leño santo son de 635 mm el palo vertical y 393 mm el travesaño, con un grosor de 38 mm. Es la reliquia más grande conservada de la cruz de Cristo, por delante de la que se custodia en San Pedro del Vaticano.
Un análisis científico sobre el sagrado leño, determinó que la especie botánica de la madera del Lignum Crucis es Cupressus sempervivens L., tratándose de una especie autóctona de palestina y que data de aquella época. El ADN de esta reliquia ha servido para autentificar la procedencia de los otros fragmentos conservados.
Fue Santo Toribio de Astorga, custodio las reliquias de Jesucristo en Jerusalén, quien contando con el permiso del papa de su época, trasladó un trozo de la Cruz hasta Astorga, ciudad de la que fue Obispo. Dicha reliquia fue traslada a Liébana por cristianos que querían ponerla salvo de los musulmanes que se encontraban ya en puertas del norte de la península en el avance de su invasión. Y fue el revulsivo definitivo para que el Monasterio de Santo Toribio y Liébana se convirtieran en importante lugar de Peregrinación.
Según el P. Sandoval, cronista de la orden benedictina, esta reliquia corresponde al "brazo izquierdo de la Sta. Cruz, que la Reina Elena, madre del emperador Constantino, dejó en Jerusalén cuando descubrió las cruces de Cristo y los ladrones en el siglo IV.
En la actualidad el leño está serrado y puesto en modo de Cruz, quedando entero el agujero sagrado donde clavaron la mano de Cristo. Pero esto no siempre fue así.
En la Edad Media era común regalar un trozo de reliquia en pago de ciertos favores. Así, poco a poco, el brazo izquierdo de la cruz iba acortándose con el tiempo. Es por ello, que en un momento determinado, viendo los benedictinos que se quedarían sin reliquia, la serraron, la pusieron en forma de cruz (incrustada en un relicario en forma de cruz de plata dorada, con cabos flordelisados, de tradición gótica, realizada en un taller vallisoletano en 1679) y la colocaron en un lugar cerrado y sellado para que nadie pudiera acceder a ella.